domingo, 31 de diciembre de 2017

Terminaba el año y ella estaba como al inicio, o peor. No, peor no. No se podía estar peor que como comenzó. Al principio, como casi un cuento de hadas, todo era mágico, especial. Después chocó con la realidad, y fue más o menos como hacerlo contra un camión a 150 kilómetros por hora... a un sapo le hubiese ido mejor, la muerte hubiese sido instantánea. Pero ella nunca fue tan afortunada; sin embargo, igual que en una película de zombis, se levantó y,  como solía hacer cada vez que el corazón se le fragmentaba, se llenaba de cosas a realizar. Tareas con las que cumplir, compromisos varios y, obviamente, una infinidad de buenos propósitos.

Con las tareas podría decirse que había cumplido, al igual que con los diferentes compromisos. En cuanto a los propósitos... eso ya era un tema aparte.

Por comenzar lo de la dieta y el gimnasio. Ella había llegado a la conclusión que la teoría de que todo lo que sube, baja; no se aplicaba a su persona. Lo único que bajaba era ella de la balanza, porque por el resto... No se detuvo tampoco demasiado en ello, al final había aprendido a aceptarse tal y como era.

El segundo propósito era ahorrar dinero para hacer una de las cosas que más amaba, viajar. Y ahí iba otra teoría a la basura, justo esa que dice que el dinero va y viene, porque el de ella sólo iba... y vaya a saber Dios dónde. Por lo cual al único lugar que viajó, fue al trabajo, a casa de alguna amiga, y obviamente al gimnasio, porque si algo no se podía decir de ella, era que no poseía perseverancia. Es que en el fondo, esperaba de triunfar, en qué no sabía, pero triunfar.

Y por último se había propuesto, que si para fin de año no conocía a nadie interesante, y que la supiera enamorar, pues basta, serenamente se dedicaría a su gato, a su profesión, a sus amigos y, si alguna vez cambiaba la suerte, a viajar. Pero como era fácil de suponer, ¿dónde encontraría a alguien, si se la pasaba de compromiso en compromiso, si siempre estaba ocupada?

Y allí estaba, el último del año aún en la oficina. Su familia ya la conocía y habían desistido hace mucho tiempo de insistirle en que festejara con ellos. Pero su amiga, no. Su amiga no se rendía, por lo que la llamaba cada media hora para saber cuándo llegaba. Y es que seguro quería presentarle a alguien, todavía más desesperado de lo que la creía a ella, y asegurarse así que su buen propósito de la soltería elegida no se cumpliera.

Por la enésima vez miró la hora en la pantalla de su celular. Terrorífico; ya las 20:00. Con suerte si salía ya, en una hora estaría en casa. Ducha veloz, cambiarse y maquillarse, nada de especial, simplemente para no hacer pasar vergüenza a su amiga; y estaría lista. Llamó al ascensor y mientras observaba su reflejo en las puertas espejadas. Sólo pensó que si existían los milagros, ella tendría necesidad de uno. Entró en ese minúsculo espacio sorprendiéndose de encontrar a alguien más.

Buenas noches... –saludó él con media sonrisa.
Hola, buenas noches... –respondió ella sin dejar de fijar el espectacular azul de los ojos de él.

Cuando se dió cuenta, apartó rápidamente la mirada, sintiendo como su rostro prendía fuego. Pensó una vez más que definitivamente su rueda de la fortuna estaba estaba pinchada. Se esforzó en pensar en otra cosa, cuando se escuchó un extraño ruido y el ascensor se detuvo entre un piso y el otro.

Pánico.

Tomó su móvil del bolsillo; inútil, no tenía señal. Entonces finalmente alzó la vista y observó al hombre que estaba con ella allí. Sonreía, no dejaba de hacerlo. Se sentó y comenzó a sacar cosas de una bolsa que llevaba, mientras la miraba.

¿Qué haces? –no pudo evitar preguntar.
Creo pasaremos fin de año aquí, ¿por qué no festejar, entonces? –respondió él, y le ofrecía su mano para que ella también se sentara.
¿Bromeas; no es cierto? –irónica como siempre cuando estaba nerviosa.
No... –dijo él poniéndose de pie nuovamente. Eramos los únicos en el edificio; son las 20:15 del último del año; aquí los móviles no tienen señal; no sé a ti, pero a mí nadie me esperaba, por lo cual no se preocuparán hasta mañana –con suerte, pensó en ese momento- por dónde estoy; y...

Ella lo escuchaba sin salir de su asombro, pero a la vez estaba encantada. Sus ojos; su boca; su voz. No pronunciaba ni una palabra, no le salían.

...había pedido un poco de sushi al restaurant de aquí abajo y una botella de champagne que pensaba degustar solo. –agregó él, acercándose a ella, haciéndole subir la temperatura. Y ahora el destino ha querido que termine y comience el año con una bella mujer... ¿Cómo negarme a mi buena suerte?

Comenzó a reír, y él lo hizo con ella. Eran muchos años que no recordaba terminar y comenzar un año tan bien. Y esta vez, a medianoche, su único propósito fue, no hacerlos, y tomarse la vida como viene... y eso incluía los besos de él y lo que sucedió luego...


(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 52Describe una situación cómica que transcurra en el último día del año.)

8 comentarios:

  1. Sin duda alguna es una despedida y entrada de año fantástica.

    Mil besitos para tu primera noche, Alma bonita.

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    1. Sin dudas, Auro... jajajajaja!

      Besotes infinitos, siempre!

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  2. Las sorpresas que depara la vida, nunca se sabe.

    Besos dulces Alma y Feliz 2018, espero lo hayas recibido tan bien como en tu relato, aunque no encerrada claro :)

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    1. Tantas... ojalá y todas fueran tan buenas.
      He comenzado muy bien mi año, sin riesgos de quedar encerrada... voy siempre por escaleras yo!

      Besos grandes como el mar, Dulce.

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  3. Lo que me he reído jajajja
    "Y ahí iba otra teoría a la basura,
    justo esa que dice que el dinero va y viene,
    porque el de ella sólo iba... y vaya a saber Dios dónde...."

    Sentí que estaba viendo una comedia romántica,
    que bonito y divertido relato, Alma.

    Besos muuuuuchooooos!!!!
    ❤❤❤❤❤❤❤

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    1. Ainsssssssssssss... me encanta, de verdad, que me leas de ese modo... me doy por satisfecha!

      Besotes a montones!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  4. Un contratiempo se convirtió en algo favorable para ella.
    Besos.

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    1. Lo que muchas veces llamamos "casualidades"...

      Besotes paisano.

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